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miércoles, 27 de mayo de 2015

Juan de Gea, "El Corredor"

JUAN DE GEA “EL CORREDOR”

FLORES Y NARANJOS 1928 - Cehegín
de MANUEL GUERRERO TORRES
Vínose en algarada un rey muslín; / tala la vega y a la villa avanza,
y a maldición, y a muerte y a venganza, / tocaron las campanas de Cehegín.
Y fué este toque un toque de clarin; / Caravaca a los moros se abalanza,
y en la morisma rompe con su lanza / Egea el ceheginero paladín.
Y sonaron de nuevo las campanas, / dando paz a las gentes comarcanas;
la vega floreció tras la victoria / y aún pródiga repleta las paneras:
y desde entonces, solamente a gloria / repican las campanas cehegineras.

Placa antigua de la calle Juan de Gea.
Juan de Xea “El Corredor”, ―según narra nuestro legendario historiador Martín de Ambel, en el capítulo veinticuatro de su glorioso manuscrito―, fue un vecino de Cehegín, lancero de las ‘Caballerías Cehegineras’, a las órdenes de los acreditados ‘Cincuenta Caballeros’ del rey sabio, don Alfonso X.

Alegoría de las huestes de Alfonso X.
Hay un viejo romance local que comienza de esta forma: «Por el valle de Burete / un pastor deja el rebaño / por el río Quípar cruza / por el Quípar ya ha cruzado; por las calles de Cehegín / altas voces llegan dando: / “¡Alarma, Alarma, vecinos; / alarma, alarma cristianos!, / que por el Campo de Coy ya están los moros entrando…» Esta copla se refiere al engaño que ocasionó Juan de Gea a una partida de moros con cautivos cristianos, camino de sus territorios andalusíes
La leyenda sobre el tal “Corredor”, es, como veremos, una historia de moros y cristianos. Los musulmanes habían llegado desde los Vélez, ―el ‘Rubio’ y el ‘Blanco’―, hasta las proximidades de Cehegín, saqueando caseríos y robando el ganado, además de capturar, para la cautividad, gran número de granjeros y labradores cehegineros.
Alarmada la tropa local, habían enviado emisarios a Moratalla y Caravaca para que salieran al paso del enemigo uniéndose a los “Cincuenta del rey sabio”. 
Cuando llegaron al paraje de la 'Hoya de don Gil'  (Sierra de Burete), “Juan el Corredor”, -así apodado por sus aptitudes atléticas-, abandonó la hueste, y dando la sensación que huía y poniendo a prueba su corazón, remontó la conocida ‘Cuesta del Reventón’ hasta la cima -como si compitiese en una fatigosa carrera de montaña- y desde allí divisó la tropa mora que persistía en sus rapacerías.
‘El Corredor’ encomendándose a su patrona la Virgen de la Peña, y astutamente camuflado por la pinada, se aproximó a la morisma dando grandes voces llamando a la caballería de Cehegín: ¡A mí, caballeros de don Alfonso!»- y a la de sus vecinos de Caravaca y Moratalla: -«¡Adelante valientes guerreros...!»- A todos los convocaba de inmediato, como si realmente aguardasen detrás de la colina cercana, indicándoles que el enemigo estaba allí. Alarmaba a viva voz, sin pausa el Corredor, como si anduviesen a su lado: «¡¡Apresuraros, acelerad el paso..!!», cuando en realidad no sabía ni por donde vendrían. Y en un alarde de astucia y arrojo se lanzó, como si estuviese respaldado por la mesnada, gritando contra los invasores: «¡¡A por ellos…, que son pocos…!!». 
Fue tan realista la comedia, que, contrario a toda lógica, los moros ni se cercioraron, sólo huyendo desatinados dejaron allí el ganado y los cautivos, los cuales se desataron las ligaduras como pudieron con dientes y piedras afiladas y se dispersaron por los bosques en retirada hacia Cehegín. 
Los sarracenos, agrupados de nuevo, sospecharon que algo raro había sucedido y volvieron sobre sus pasos, pero lo que fue simulacro ahora era realidad, y el alboroto de cabalgaduras anunció la llegada de gran tropel de armas de la comarca, que enfrentándose en dura refriega consiguieron derrotar a la morisma.
Así Juan de Gea, conocido como “El Corredor”, cumplió como Ulises ‘El Astuto’. 

Nuevo Jardín de El Coso.
En recuerdo de este avispado y valeroso vecino, Cehegín le recordó durante siglos con una sencilla calle ubicada en el amasijo de recónditas callejas, junto al recién rehabilitado solar de El Coso, donde se podría reservar cualquier humilde rincón en memoria de este arrojado ceheginero.

Fuentes: Tradición oral, Martín de Ambel, Alemán Sainz y otros archivos.
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