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martes, 7 de julio de 2015

CINES DE VERANO

CINES DE VERANO CEHEGINEROS

Fachada del cine-teatro Alfaro y hotelito que daba a la ctra. Murcia y plaza Alpargatero.

Vamos a recordar las trasnochadas en los cines de verano de Cehegín: por estas fechas, en cierta época funcionaron dos cines a la intemperie: El Cine Avenida, y el Teatro-Cinema Alfaro, ambos regentado por la Empresa Peñalver (Felipe y Francisco Peñalver Palud). (Al jubilarse el Sr. Alfaro, por diversos motivos, traspasó ambos cines, el de invierno y este de verano, a la Empresa Peñalver).
De aquel Teatro Alfaro al aire libre, hasta hace unos años, solo quedaban unos restos y el escenario en estado ruinoso, hoy únicamente perdura el solar utilizado como estacionamiento de vehículos junto a ese hotelito modernista, que fue el capricho de Fernando Alfaro y que aún persevera cobijado entre los edificios recientes de la plaza del Alpargatero.
 El Teatro-cine se configuraba en un extenso patio con sillas de madera, (bastante duras e incómodas), frente a la pantalla, aunque eran más penosos aun los poyos de cemento que se ubicaban como “gallinero” en el extremo lateral del solar. También asistían espectadores furtivos cobijados en la terrazas vecinas mientras cenaban contemplando la película o la función teatral.

El teatro-cine Alfaro -vista desde el escenario y al fondo la sala de proyección.

Una robusta aunque elegante verja cerraba la entrada por la carretera de Murcia, con la puerta que accedía al patio desde la recepción y taquillas en un gran muro donde en la parte alta se ubicaba la sala de proyectores y una coqueta terracita, sólo usada por los empresarios y determinados amigos que gozaban de algunas meriendas contemplando la película, y debajo en la cara que daba al cine se situaba el recoleto ‘ambigú'. 
Una divertida anécdota da fe de aquellas merendolas: Organizó el Sr. Peñalver una cena a base de un gran asado al horno con medio cordero lechal con patatas. Nada más comenzar los trailers previos a la película, apareció el encargado con el asado y los comensales procedieron al asalto de la suculenta llanda, primero las patatas que estaban encima protegiendo la carne, supuestamente debajo. -"Qué ricas están estas patatas". mascullaba uno, pinchando a tientas...- y el resto asentían lo mismo, hasta que uno de ellos preguntó: -"Oye, y... ¿Dónde está la carne que no pincho ningún trozo?"- Y es que otro de los invitados, popular tragón, al estar a oscuras, dio con el 'filón' del cordero, rebuscando por el fondo del recipiente y había devorado casi toda la carne.

Teatro-Cine Alfaro

Además del cine también se representaba funciones de teatro, sobre todo espectáculos arrevistados y de variedades. Una recordada noche del estío de 1949, actuaba una joven Lola Flores con su espectáculo “Zambra”, junto a su mentor Manolo Caracol, ya en el ocaso de su carrera el cual salió a escena con una borrachera impresionante, de tal envergadura que hubieron de retirarlo a los camerinos, menos mal que la gran Lola suplió de sobra la figura del célebre Caracol. Otro polifacético cómico, asiduo de este teatro, fue Ramón Álvarez Escudero, célebre payaso, equilibrista, músico y mago  que destacó con el nombre artístico de Ramper, que dio a conocer a la jovencísima Lolita Caballero (años después Dolores Abril pareja de Juanito Valderrama). Ramper fue un humorista desenfrenado con chistes inteligentes y mordaces, su célebre parodia del ‘hombre del tiempo’ fue un hilarante y arriesgado parte meteorológico para aquella época de censura; con su mapa del tiempo y su varita en ristre señalaba la región gallega: “Un fresco ‘General’, procedente de Galicia se va apoderando poco a poco de toda la península”. (Lo malo fue que después dio con sus huesos en el temido ‘cuartico de repeso’ detenido por los guardias). Contaban que Ramper, en plena Guerra Civil, salía al escenario en Madrid con un cubo tirando serrín al suelo mientras gritaba “¡serrín de Madrid, (se-rinde-Madrid)!”, Ramper fue un genio de la escena cómica, hacia la vela subiendo una escalera de madera, daba volteretas, se reía de todo incluso de él mismo. Imitaba a todo lo que se pusiese por delante. Finalmente dicen que murió en la indigencia.
Igualmente, en aquel espacio se celebraban grandes verbenas en las Fiestas Patronales, con artistas de la talla de Emilio el Moro y Finita Ruffet, o Addy Ventura con su famoso cuplé junto a Pedrito Peña: “¡Lo tengo negro…, lo tengo negro! ¡El tabaco, no sean mal pensados…!” y tantas otras vicetiples, como las famosas chicas de Colsada.- Se improvisaba una amplia pista de baile donde solía saltar al escenario algún improvisado espectador para bailar con la vedette de turno o cantar algún bolero, como “Piel Canela” o “No me vayas a engañar”, tan de moda en aquellos años. Con el sensual aroma de los jazmineros y la hiedra recién regada, que adornaba el recinto, las parejas de enamorados se solazaban al son de las románticas melodías.

Compañía de 'Ramper·(presentación de Lolita Caballero)

El otro cine de verano, el “Avenida” estaba ubicado en el popular 'Cantón' frente a la cuesta de Parador, en el edificio actual del garaje de Antonio de Paco (Veneno), enfrente Bruno García servía combustible a los pocos vehículos que circulaban en aquellos tiempos, así mismo ofrecía servicio de coches de alquiler (taxis), colindaba con la taberna de "El Mocho" (qué ricas aquellas tapas de huevo duro con pimiento morrón y anchoa), más allá se ubicaba un pequeño cuartucho como oficina de los coches de línea, conocidos popularmente como "Alsina", y a partir de la otra esquina de la Cuesta del Parador, la caseta del Fielato o Arbitrios municipales, donde se cobraba toda la mercancía que entraba a la localidad. Además seguían la casa de José "El Tapián", abuelo del torero Pepín Liria, la carpintería de "Los Rosendos" y aún más abajo se encontraba la destilería de aguardientes de "Antonio de la Pura". La verdad es que casi todo ha desaparecido del paisaje. 

Izq. Fachada principal del cine, Drcha. Surtidor de gasolina de Bruno.

Pero sigamos con los cines: La portada de local estaba adornada con un letrero con forma de ave con las alas desplegadas y con centelleantes letras de neón al estilo de la época que anunciaba así: “Cinema Avenida. Empresa Peñalver. Cehegín”. —El equipo doble de máquinas era marca “Super Ossa”, y la  pantalla con lienzo de plata de alta densidad. 

Una curiosa peculiaridad era que se entraba por detrás de la pantalla y lo primero que se veía era a los espectadores sentados en sillas de madera plegables en el patio central, y en la ‘torraera’ o ‘gallinero’ como siempre en un lado de solar con poyos de cemento. La repostería estaba al fondo, una cobachuela donde solían servir, sobre todo, aceitunas y frutos secos —todavía no se consumían pipas, claro está— además de la socorrida bebida española: el vino y las gaseosas, porque la cerveza era aún un lujo exclusivamente al alcance de la gente pudiente. Antes del inicio de la proyección sonaban boleros de los Panchos como “Lo dudo"; "Ladrona de besos"; o “El reloj” y otras canciones de moda: "Luna de miel"; “La Casita en Canadá” o “Raskayú”, mientras aparecían en pantalla las diapositivas publicitarias.
Con un gran llenazo, se estrenó en una noche del 2 agosto de 1959, el film El Príncipe y La Corista. Así señalaba la cartulina “¡¡Majestuoso estreno en deslumbrante Technicolor!!, protagonizada por el famoso actor británico Laurence Olivier y la despampanante estrella de Hollywood, Marilyn Monroe”.




El 22 de agosto de aquel mismo año, otra película muy popular se anunciaba: “La Copla Andaluza ha brotado del manantial, una auténtica sinfonía del cante jondo, sorprendente estreno en Eastmancolor…” Era tal la afición al flamenco que por las terrazas y falsas colindantes solían acudir muchos vecinos a ver gratis los espectáculos, bajo el cielo canicular claveteado de estrellas … 


Eran frescas y gratificantes noches del estío ceheginero, donde se gozaba del cinematógrafo a la luz de la luna junto a un apetitoso bocadillo y una refrescante cervecita. ¡¡Quién las pillara hoy!!


NOTA: Algunos datos y fotos, recogidas en diversas publicaciones. Gracias a mis amigos Francisco Ortega y Javier de Maya por sus contribuciones.


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