Desde mi Buhardilla Mesonzoica
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domingo, 26 de julio de 2015

Mesoncico -II-

MESONCICO -II-

Charlatanes de feria. “Por la boca muere el pez”


En Cehegín, como en cada pueblo, en aquellos años ya remotos en la memoria ciudadana, circulaban ciertos personajes pintorescos que pululaban por nuestras calles y sobre todo por nuestra “república del Mesoncico”:

Mercadillo actual del Mesoncico.
Charlatanes, vendedores, quincalleros, afilaores y paragüeros, buhoneros y mercachifles.….
Un tipo pintoresco fue 'Javier El Limosnero', un ilustre de la prosapia de los santeros y rezadores… que portaba siempre muchos colgantes y amuletos píos, ocultos dentro de los bolsillos y tras las solapas de su raída chaqueta, incluso dentro de las pecheras de la misma y que ofrecía por las casas con la promesa de que intercedería por ellos en el  más allá; crucifijos y cadenas de oro, (¿serían de ‘oropé’?), con una medalla de la Virgen del Pilar. Solía entonar rezos chapurreando un latinajo que sólo él entendía…Y el 'Mudo del Hospital' que ofrecía a los críos por toda la calle Mayor y el mercado, juguetes viejos reciclados por él, con botes de hojalata y otros deshechos; o el 'Tío Menchas' que vendía badilas, sartenes y tenazas y demás adminículos de la lumbre  que fabricaba el 'Tío Mazantine' notable artesano del hierro; y 'El Tío Porrino' que a su vez vendía malguanes y soplillos y demás artes, al igual que 'El Picho', el último de los artesanos del esparto. Otro gran artesano de la hojalata era 'Pepe Macanas', que confeccionaba moldes para los mantecaos, llandas, sartenes y toda clase de utensilios para los guisos y embudos. Ya lo afirmaba 'Pedro el Risicos': “mientras haya hojalata habrá embudos…”.
Además de los clientes asiduos de las tabernas que, así mismo, ejercían de amables recaderos de los innumerables comercios que ocupaban el Mesoncico y toda la calle Mayor.

Parroquianos del Mesoncico.
Recuerdo también un faquir indio espeluznado y barbudo , —engalanado con su turbante— así se autodenominaba aquel espantable personaje, que mostraba hojas de afeitar envueltas en un pañuelo, las cuales mordía para que se oyera cómo cascaba el auténtico acero alemán del que estaban fabricadas y aseguraba que se podía afeitar seis meses seguidos sin que arañara la cara.  

Charlatán ofreciendo un crecepelo.
La verdad es que aquellos mercados de nuestra república del Mesoncico eran pintorescos de verdad, acudían tipos de lo más variopinto, como el tantas veces nombrado…, aquel viejo ennegrecido por el aire y sol de las montañas, el famoso 'tío de la Moa', (seguramente Tío de la Moda)… “Taco, taco, el almanaque zaragozano, el almanaque de la Puebla, conozcan las cabañuelas… también llevo un elixir para las jóvenes en amor… zarcillos y candongas… y colonias traídas directamente del París de Francia” —rezongaba con su ronca voz de bajo bufo….—
Y luego estaban los charlatanes de feria que venían por San Antonio y se ponían a vender sus gangas en el Mesoncico. Recuerdo a dos: “La Albatanera” y un castellano que tenía un lunar en la mejilla derecha y que bajo una sombrilla montaba su tenderete junto al puesto de ‘Andrés el de las Novelas’, en la fachada de don Amancio Marín. 
Pero el que más cautivaba al personal, sin duda un auténtico histrión de la venta ambulante, era Ramón Gabí, el gran Ramonet.

Ramonet 'disertando'.
Lo mismo vendía billeteras de piel de genuino búfalo americano que ofrecía una pluma estilográfica Parker, “con auténtico plumín de oro”, y aseguraba haberla cargado el día del nacimiento de su hijo de 10 años y aún duraba la escritura. — y con su cantarina voz con acento alicantino, invitaba: “¿Y cuánto les voy a cobrar, -¡oiga!-, por esta cartera de piel auténtica, con espacio para guardar fotos y billetes?... Pues, mire, no va a ser ni veinticinco, ni  veinte, ni  quince, ni  diez pesetas... ¡A nueve oiga!, a nueve pesetas. Y además al que se lleve una cartera de estas, digna del marajá, le voy a regalar, para que su esposa vista igualita que una reina, no sólo un par de medias de cristal, si no, también le voy a dar un peine de concha salvaje del Caribe, y al que me compre el lote le voy a obsequiar tres bolígrafos de lujo de esos italianos, de la marca Bic, con su pinza para el bolsillo, y una cadena de oro con una medalla de la Virgen del Pilar.
¡Venga!, todo por nueve pesetas....  Y… -¡¡cállate, chiquet!! ¡coñi!, que el género es mío y hago con él lo que me da la gana- … (le reñía a su ayudante, que teatralmente se echaba las manos a la cabeza como insinuando que el jefe se había vuelto loco) … vamos, dale un lote a ese señor, y otro a ése, y otro a esa señorita rubia  y no se preocupen... que hay para todos, y otro más a aquel mozo de pañuelo al cuello, y otro a la señora del fondo…”— y proseguía con sus paparruchas: —“Hoy las cosas han cambiado mucho. Tanto, que hasta Jueves Santo ya no cae en jueves, se ha adelantado al nueve de Marzo”— e inmediatamente continuaba la reparandoria:—“Y no solamente les voy a incrementar el salario mínimo hasta 60 duros, —¡Cullons!,… ¡calla de una vez chiquet,!... — y por el mismo precio les regalo un llavero para esas llavecitas modernas que pesan muy poco y para las mujeres, ¡amigos míos! para que vistan igual que una princesa esta diadema con brillantes. Y ¡¡atención!! que ahí va la bomba, para quien se quede el lote completo y con esto acabo, tendrá doble cosecha de albaricoques…,  uno por aquí, otro por allí, lleva otro lote a aquel señor, y otro más, y no se preocupen, hay para todos; y otro para la señora del fondo, y ¡dale otro al señor de la visera blanca! y otro a  la señora que lleva el niñito en brazos…
Eran antiguas técnicas de venta, muy peregrinas a los ojos de hoy, pero que guardaban un encanto y una estudiada psicología de las gentes llanas del pueblo.
En la actualidad los charlatanes de feria, están en el baúl de los recuerdos, sin embargo afloran numerosos parlanchines, vendedores de afanes, cronistas de la mentira y la suposición, pregoneros de la impostura, capaces de vender el alma al diablo con tal de lograr sus falsos propósitos.

Mitin en Ciudad de México.
Son los lenguaraces de la superchería del siglo XXI, que lo mismo destruyen que engrandecen a cualquier ciudadano.
Ya lo sentenciaba mi entrañable tío David: “Cualquiera es un señor, cualquiera es un bribón…”

Antonio González Noguerol 

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